Campo: Lenguaje y comunicación.
Competencia: Utiliza textos diversos en actividades guiadas o por iniciativa propia, e identifica para que sirven.
El
sastrecillo valiente.
Era un verano y hacía mucho calor. Un
sastrecillo trabajaba en su taller donde había tantas moscas y tanto le
molestaban que de un manotazo mató siete moscas.
-Maté siete de una vez- dijo el sastrecillo-. Esta hazaña debe
conocerla el mundo.
Hizo una banda donde escribió con
grandes letras:
-Soy un sastre tan valiente que de un
golpe maté veinte.
Había matado siete pero escribió
veinte porque, como era tan valiente, con el mismo golpe las hubiera matado si
hubieran estado más juntas.
Clavo las agujas y los alfileres en el
acerico, enrollo el hilo, cerro e taller, se colocó la banda en el pecho y se
fue por el mundo.
Andando, andando llegó a Zapatalandia,
famosa por sus zapatos y porque allí vivían dos feroces gigantes que tenían
terradas a sus gentes.
El sastrecillo se encontró con un
gigante que, al leer “Soy un sastre valiente, que de un golpe maté veinte” en
su banda, se hecho a reír a carcajadas.
-Veinte de un golpe, eso no es nada
mira.
El gigante cogió una gran piedra y,
apretándola con las manos, la molio dejándola como arena.
El sastrecillo sacó un trozo de queso
blando de su mochila y se lo enseñó al gigante haciéndole creer que era una
piedra. Lo apretó con sus manos y salieron unas gotas de agua.
El gigante quedó asombrado de la
fortaleza del sastrecillo y, enfurecido agarró un árbol, lo arrancó de raíz y
le dijo:
-Cargaremos el árbol entre los dos
hasta mi casa, quien resista más tiempo sin cansarse será el más fuerte.
Aceptó el sastrecillo, después de
convencerle que cargarse con el tronco que abultaba menos y él cargaría con el
peso de todo el ramaje, que abultaba más.
Mientras el gigante iba reventando con
el peso del tronco, el sastrecillo silbaba tranquilamente, sentado en las ramas
del árbol.
Llegaron a casa donde les esperaba el
otro gigante.
Los gigantes, después de comerse una
vaca y cuatro corderos, se sentaron a la sombra y se durmieron.
El astuto sastre corrió al palacio del
rey y le dijo:
-Soy el sastre tan valiente que de un
golpe maté veinte.
-Yo puedo librarlos de los gigantes.
El rey y los soldados siguieron al
sastrecillo, que les llevó cerca de la casa de los gigantes, disparó una piedra
a cada uno mientras dormían y se escondió.
Despertaron los gigantes y, al no ver
a nadie, se echaron las culpas el uno al otro de haber tirado la piedra y
empezaron discutir y a luchar entre
ellos.
La pelea fue tan larga y terrible que los dos cayeron muertos al suelo.
El rey de Zapatalandia abrazó al
sastrecillo y le ofreció la mano de su bella hija.
El sastrecillo valiente se casó con la
princesa y todas las gentes decían al verle:
-Es un sastre tan valiente que de un
golpe mató a veinte.

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